La Crisis como Catalizador de Cambio
En estos tiempos de crisis, repletos de guerras tanto externas como internas, es importante recordar que somos seres holísticos. Lo que ocurre en el sistema mundial, nacional y familiar nos afecta como individuos. Los principios del sistema neoliberal, que priorizan la productividad y el dinero por encima de lo humano, generan crisis tanto externas como internas. Esta situación provoca una caída de valores trascendentes que impacta en nuestra identidad, generando desarraigo y soledad.
El arcano de la Torre puede servir como símbolo de crisis, reflejando la destrucción de lo viejo por ignorar las leyes de la naturaleza, en este caso, nuestra naturaleza humana. Somos seres que han sobrevivido en manada, y el individualismo imperante nos lleva hacia la autodestrucción.
La palabra «crisis» etimológicamente significa «decisión» y se refiere a la necesidad de dar una respuesta decisiva en momentos de cambio. Por lo tanto, su esencia representa un punto de inflexión que exige, tras una evaluación, una acción.
En el ámbito del desarrollo personal, la crisis surge en momentos de incertidumbre, a menudo como resultado de malas decisiones, llevándonos a rutinas que nos sumergen en la desesperanza. Para salir de esta situación, que en parte se alimenta de un sistema sociocultural hegemónico que valora el éxito sobre la calidad humana, es esencial romper con los hábitos nocivos que nos mantienen atados a una vida vacía. Debemos adoptar prácticas que nos conecten con nosotros mismos y con los demás, decidiendo así cambiar nuestra vida hacia un destino que nos haga latir el corazón.
Es fundamental destacar que, al tomar una decisión, es crucial tomarse el tiempo necesario y realizar una investigación previa. Al acumular diferentes puntos de vista respaldados por información de expertos, podemos acercarnos a resultados que tengan más probabilidades de brindarnos satisfacción.
Hay que comprender que todos los procesos que llevan a momentos buenos o malos se gestaron primero como semillas. Las pequeñas acciones, al acumularse en el tiempo, pueden provocar malezas o flores.
Las malezas emocionales surgen de la falsa ilusión de que la felicidad proviene del goce narcisista. En realidad, la verdadera felicidad se encuentra en el compartir desinteresado, donde el otro se convierte en un sujeto y, a la vez, en un espejo de nosotros mismos. Esta relación nos ayuda a desarrollar nuestra identidad, reconociendo al otro como un individuo con singularidades que, al complementarse con nosotros, enriquece nuestra vida.
Podemos expresar lo anterior a través de la fábula del burro en el pozo:
Había una vez un burro que cayó en un profundo pozo y, al darse cuenta de su situación, comenzó a rebuznar desesperadamente. Un campesino que pasaba decidió que lo mejor era tapar el pozo, así que empezó a echar tierra.
El burro, en lugar de rendirse, comenzó a sacudirse la tierra y a usarla a su favor, elevándose poco a poco. A medida que el campesino seguía echando tierra, el burro se hacía más fuerte y finalmente logró salir del pozo.
El campesino, sorprendido, vio que había ayudado al burro a liberarse en lugar de deshacerse de él. El burro, triunfante, se marchó, demostrando que siempre se puede encontrar una forma de superar los obstáculos, incluso en las situaciones más difíciles.
Es fundamental señalar que, al alejarnos de los valores que nos hacen humanos, a menudo nos vemos envueltos en relaciones que, en momentos de necesidad, en lugar de apoyarnos, nos hunden con críticas destructivas. Sin embargo, si volvemos nuestra mirada hacia lo esencial, podemos descubrir nuevos recursos, tanto internos como humanos. A través de conexiones genuinas y enriquecedoras, podemos hacer oídos sordos a la negatividad y avanzar, más fortalecidos, como el burro en la fábula.
Así, encontraremos un nido que nos devuelva a nuestros orígenes como seres sociales interconectados. En este sentido, las crisis pueden transformarse en oportunidades para superar ese vacío inconsciente que, como un agujero negro, impide que emerja lo positivo.
Finalmente, aunque las crisis pueden ser desafiantes, a menudo traen consigo oportunidades valiosas. Nos permiten cambiar nuestra perspectiva sobre lo que consideramos importante y fomentar nuestra creatividad al generar soluciones más realistas. Además, las crisis propician el aprendizaje y la aparición de nuevas oportunidades, al mismo tiempo que refuerzan el sentido de colaboración mutua que nos hace humanos.
De Carolil