16 de diciembre

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El día de mi cumpleaños nace mi artista favorito, Wassily Kandinsky, lo cual es un honor para mí. Desde niña, me he sentido como una marciana, sin referencias concretas o un reflejo familiar que me identificara. Por ello, creé mi propio universo plagado de amigos imaginarios y portales mágicos construidos de libros.

He sentido un cariño especial por las artes, especialmente por los pintores del modernismo, y en particular por Kandinsky. Él vivió la incomprensión de sus seres cercanos y luchó por mantenerse fiel a sí mismo. Su razón estaba adelantada a su tiempo, siendo un precursor del arte abstracto. Este lenguaje es un puente hacia el inconsciente, un idioma intuitivo que nos conecta con la consciencia suprasensible. Sus pinturas son un eco que abre las puertas de nuestra catedral invisible, despertando lo infinito que hay en cada uno de nosotros.

Podemos reconocer su rebeldía al ver este arte como una revelación del engaño de las formas propias de visiones más materialistas. Estas pueden ocultar «el realismo ingenuo», es decir, la creencia de que las cosas que percibimos a través de nuestros sentidos son una realidad ineludible. Son perspectivas de hechos que se basan en visiones particulares y fragmentadas. Como toda «ilusión óptica», este engaño puede provocar paradigmas sociales de una época destinada a desaparecer. Estos espejismos pueden llevarnos a invisibilizar prejuicios, creencias limitantes, estereotipos dicotómicos y a justificar la separatividad, que desemboca en guerras, como las que vivió Kandinsky durante la revolución de febrero en Rusia y/o la Primera Guerra Mundial, siendo como toda batalla artífice de problemas sociales y desolación humana.

¿Cuántos hombres y mujeres pasarán por esta sensación?

Muchos, algunos aislados en el silencio, otros nutriendo su alma con gotas de rocío y aromas campestres.

Como decía un gran hombre: «La soledad es sentida por varios, dado que todos somos irrepetibles». Pero cuando tu núcleo central se alimenta de principios radicalmente diferentes a los tuyos, y la sensación de extrañeza se vuelve inconmensurable, embriagadora como el alcohol o las sustancias alucinógenas, enajenantes… Debemos aprender a desapegarnos tanto de ese entorno como de esas personas. Mientras estemos con ellos, debemos disfrutar de nuestras similitudes, de las sonrisas y buenos deseos. Posteriormente, debemos preparar nuestras maletas y llevarlas hacia nuevos puertos, donde encontraremos viajeros con los que compartiremos desde la humildad, cosechando semillas que esparciremos por el universo. Así como lo hizo Kandinsky, construiremos un mundo nuevo basado en la solidaridad, la buena voluntad y el amor para todos.

Un año más, querido viajero, puede significar muchos cambios para ti. No por el reloj biológico o cronológico que marca tu vida, sino por aquel reloj interno que se activa al trabajar contigo y con los demás, llevándote a resignificar tu vida hacia un proyecto más universal y esencial, desarrollando tu sabiduría.

Siempre habrá cambios elegidos y no elegidos, experiencias vistas como positivas y/o negativas, dependiendo de la interpretación que hagas de los hechos que vivas. Es indudable que la vida suele oscilar entre polaridades (nuestro cerebro, por un mecanismo de supervivencia, suele evaluar así). El desafío es lograr el equilibrio, ver los matices, integrar los grises, para tener una mirada más crítica que unifique las diferencias y, uniendo los distintos actores sociales en «un sistema ecológico», provocar en nosotros y encauzar en los demás la transmutación del plomo en oro.

Como ha demostrado la ciencia, estamos interconectados. Por lo tanto, nuestros pequeños cambios, cuando menos lo esperemos, pueden causar el efecto mariposa, el fenómeno del desierto florido.

¡Maravillosos los libros y pinturas de Kandinsky! Dotaba a sus abstracciones de apetencias y emociones trascendentes, buscando que en el espectador respondiera su espíritu, así como yo busco que lo hagas a través de mis reflexiones.

Mantenemos su huella entre sueños nebulosos y el eco del tiempo.

Todo de él es una obra de arte. Todo de él me inspira hacia nuevos rumbos.

De Carolil

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