La importancia de la soledad
La Soledad puede ser una amiga si es elegida, a diferencia de la impuesta por circunstancias que no supimos manejar y que como tal se vive como un castigo, aunando la salud mental, emocional, como física, situación que por cierto corroboran distintos estudios.
La soledad elegida a diferencia de la impuesta, suele corresponder tanto a la búsqueda de ti mismo, a la llamada a la aceptación y amor propio que proviene de una voz interna, que te invita a reconstruirte, como al rechazo a una imposición formal, que aúna los vacíos y no los sentimientos. En otras palabras, la soledad elegida también es una negación de acompañarse de personas, que no nos retroalimentan, dado que provocan tal nivel de ruido, de malestar, que lo propagan hacia nuestro interior, funcionando como un obstáculo inmediato para que sigamos evolucionando como seres humanos.
En este sentido, si no nos reunimos con lo que llamara la psiquiatra Marian Rojas “personas vitaminas”, es mejor desistir de esos encuentros, porque probablemente corresponda a seguir una imposición social, que nos dice tanto que el estar solas es señal de fracaso, como que debemos construir nuestra identidad desde “ser para los otros” (cuidar a otros, llámese incluso pareja, amigos, sobre pasando nuestro propio autocuidado), cayendo en situaciones de servilismo, que ni siquiera a los que llamaremos “vampiros emocionales”, les sirven, porque al asumir la responsabilidad psicoafectiva y física de lo que no desean hacer por ellos mismos, sin entregarles las herramientas para que “aprendan a pescar”, limitamos también su desarrollo.
El vivenciar la soledad elegida por un tiempo prolongado (darte espacios centrados en ti misma), es encontrarse en una desnudes absoluta contigo. Es un silencio, que gradualmente se amplifica, desde nuestro plano mental al emocional y del emocional al físico, conseguido por el trabajo persistente en el dominio, en el disfrute sereno de nuestra personalidad.
Así, podemos sentir en pequeños lapsus fuera del tiempo y del espacio, inspiraciones como una fuerza mágica, aparentemente divina que nos hace conectarnos con el universo entero y desde ahí sentir la esencialidad de cada ser humano, animal y mineral, que a su vez es parte de nosotros.
¿Cómo un árbol puede cobijar, amar a un otro, si no posee hojas ni frutos?
No puedes encontrar, ni dar lo que esta fuera de ti, ni tampoco recibirlo, por lo que si no has vivenciado la sensación anteriormente mencionada, es muy difícil que sientas plenitud con la vida, es muy difícil que sea sostenida en el tiempo esa satisfacción contigo misma y/o con los demás.
Probablemente, hasta sientas el vacío existencial, que en ciertos momentos se amplifica, devorando los momentos felices, dejándote en tinieblas y por esa razón, corras despavorida en búsqueda de aplacarlo con algo externo, incluso en el encuentro con un otro que haga bulla, un otro que amplifica tus deformaciones, defectos y no con eso otro que te invito a que comportas, que es pura esencialidad, que hace el encuentro una joya, que es importante atesorar, porque el crecimiento es mutuo.
Así, Igmar Bergman (reconocido guionista, director de teatro y cine sueco) en una de sus autobiografías, relata el cúmulo de parejas que hizo sufrir, concluyendo: «¿Como podría dar amor, sí no me amaba?».
Esa es la clave, cuando conozcas a alguien, hazlo para compartir, no para apaciguar tus carencias
La soledad es una buena compañía, es un proceso necesario para aceptarte, amarte y amar.
Además, por otro lado, la gente de tu entorno en muchas ocasiones tendrá una presencia esporádica (morirá, cambiará de territorio y/o motivaciones comúnes), además por un tema espacial, su encuentro con nosotros es limitado (no podemos fagocitarlo, por lo tanto, no podemos, ni pueden conocernos en totalidad y estar en todo momento). Así que, quien siempre estará ahí contigo hasta el último de tus suspiros serás tú, por lo tanto, hasta por conveniencia, es mejor que aprendas a vivir con tu soledad, después te darás cuenta, que ni siquiera existe, estamos hiperconectados.
De Carolil