Transforma tu realidad social

¿Sabías que el desarrollo personal es clave para promover la justicia social? Te invito a reflexionar sobre cómo tus acciones pueden contribuir a una sociedad
más justa. A través de prácticas simples, como reconocer tu potencial, cuestionar tus
prejuicios y fomentar la empatía, podemos transformar nuestra realidad social. Además,
exploraremos diversos pensadores que nos enseñan que la justicia no es solo un
derecho, sino un compromiso.
La justicia, etimológicamente, se refiere a la virtud de ser justo, es decir, a otorgar a cada
quien lo que le corresponde de acuerdo con principios de equidad y derecho. Este
concepto no solo se basa en la equidad externa, sino también en una dimensión moral
que busca la armonía y la ética en nuestras acciones.
Karl Marx, en relación con este concepto, plantea que la justicia social solo sería posible
cuando los trabajadores se liberaran de la explotación capitalista. Para Marx, la injusticia
está en la relación desigual que existe entre la clase trabajadora (el proletariado) y la
clase propietaria de los medios de producción (la burguesía). En su obra «El Capital»,
Marx argumenta que la justicia dentro del sistema capitalista es una falacia, ya que está
diseñada para mantener el status quo de la explotación laboral (Marx, 1867).
Sin embargo, diversos autores contemporáneos sostienen que la realidad histórica no
sigue el curso lineal que Marx predijo. Michel Foucault, por ejemplo, en su análisis del
poder en «Vigilar y castigar», señala que el poder no solo es externo, sino que se
internaliza a través de mecanismos de control social. Este poder coercitivo se disfraza de
normas aceptadas, creando sistemas donde somos, de manera sutil, nuestros propios
explotadores. Esta idea también se alinea con la crítica de Erich Fromm sobre el
«síndrome del individuo sumiso», donde el individuo acepta un papel subordinado dentro
de un sistema económico y social opresivo.
En este contexto, la positividad tóxica emerge como una consecuencia de la ideología
dominante, que nos obliga a mantener una actitud optimista y a negar nuestras
emociones negativas. Según Brené Brown (2010), esta presión por estar «bien»
emocionalmente puede llevarnos a desconectarnos de nuestra autenticidad, lo que agrava
la alienación emocional y el colapso psicológico.
El sistema capitalista transforma nuestra identidad y nuestra relación con el trabajo,
convirtiéndonos en átomos separados que buscan satisfacer necesidades inmediatas sin
tener en cuenta el bienestar colectivo. Esto fomenta una competencia desmedida,
donde el bienestar de los demás es percibido como un obstáculo. Aquí es donde surge la
necesidad de desarrollar tolerancia y empatía hacia los demás, como nos enseñan
Mahatma Gandhi y Martin Luther King Jr., quienes destacaron la importancia de la
acción no violenta para alcanzar la justicia social.
En este Día de la Justicia Social, es esencial replantearnos el desarrollo personal como
una herramienta clave para alcanzar la equidad y la igualdad de oportunidades. Albert
Einstein afirmaba que «la vida es como andar en bicicleta. Para mantener el equilibrio,
debes seguir adelante». Para muchos, alcanzar la igualdad de oportunidades requiere
apoyo adicional. Es necesario entender que la diversidad humana no debe verse como un
obstáculo, sino como una fuente de riqueza que puede contribuir al crecimiento colectivo.
Como en la analogía del panal, cada miembro es esencial para el funcionamiento del
todo. En palabras de Margaret Mead, «Nunca dudes de que un pequeño grupo de
personas comprometidas pueda cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha
hecho».
La carta de la justicia nos recuerda que la vida se construye desde el balance de fuerzas
aparentemente opuestas, creando una tercera fuerza que, al igual que el péndulo
psicológico, pasa de un extremo al otro para restablecer el equilibrio. Como nos enseña
Jean Piaget, el desarrollo emocional de un niño en un ambiente seguro y de contención
sigue un proceso gradual de adquisición de autocontrol emocional, que luego se
internaliza para que la persona logre esa calma de forma autónoma. En el ámbito social,
este proceso se da en forma de un líder que, mediante la escucha activa y la empatía,
canaliza las demandas y las necesidades del grupo para buscar un consenso por el bien
común. Nelson Mandela lo expresó así: «La verdadera paz no es solo la ausencia de
conflicto, sino la presencia de justicia».
En la actualidad, las tecnologías y los intereses comerciales a menudo nos dificultan el
desarrollo de una identidad integrada, contribuyendo al fortalecimiento del
individualismo y la desconexión social. Sherry Turkle, en su obra «Alone Together»,
aborda cómo la tecnología ha reducido nuestra capacidad de desarrollar relaciones
auténticas, llevándonos a una forma de «soledad compartida» que agrava la alienación.
Por ello, en este Día de la Justicia Social, te invito a recuperar la figura del adulto
investigador que escucha diversas opiniones y, en ese vaivén, encuentra la verdad que
necesitamos para superar el egoísmo y crear una sociedad más solidaria.
Prácticas sugeridas para fomentar la justicia social en la vida diaria:
- Reconoce tu potencial para enfrentar las injusticias: Esto implica asumir el
control de tu vida y no dejarte llevar por la corriente. Plantéate objetivos claros y
busca información confiable. De esta forma, lograrás empoderarte y liberarte de
los prejuicios impuestos por la sociedad. - Reflexiona sobre tus prejuicios y estereotipos: Trabaja activamente para
superarlos, buscando conocer a aquellos grupos que repudias y entender su
perspectiva. Esta reflexión te permitirá liberarte del sesgo de pertenencia, que a
menudo nos hace favorecer a nuestro grupo sin cuestionarlo. - Asume la responsabilidad de tus acciones: Sé honesto sobre lo que buscas en
tus relaciones con los demás. Esta responsabilidad afectiva contribuirá al bienestar
de todos. - Fomenta un entorno emocionalmente saludable: Aprende sobre inteligencia
emocional para mejorar tu capacidad de escucha, empatía y regulación
emocional. Evita reaccionar impulsivamente, especialmente cuando sientas ira,
para evitar dañar a los demás. - Escucha y da voz a aquellos que han sido silenciados: En un mundo lleno de
desigualdades, es crucial amplificar las voces de los que han sido históricamente
marginados, ya sea por su raza, género o situación económica.
El Día de la Justicia Social nos recuerda que la equidad y el bienestar colectivo solo se
alcanzan a través de la acción personal y colectiva. La verdadera justicia no se logra solo
con reformas, sino con un cambio profundo en nuestras estructuras sociales y en cómo
nos relacionamos como individuos. Por lo tanto es necesario que cuestionemos nuestros
prejuicios, practiquemos la empatía y asumamos la responsabilidad de nuestros actos.
De Carolil