¿Libertad una Ilusión en la Era Digital?

¿Te has detenido a pensar qué significa ser libre? Desde su origen, la palabra «libertad» va mucho más allá de simplemente hacer lo que queramos. Sin embargo, en un mundo saturado de distracciones, especialmente tecnológicas, ¿realmente somos libres? Rousseau, el filósofo que inspiró grandes cambios sociales, afirmaba que la libertad requiere sacrificios y un equilibrio entre lo individual y lo colectivo. En la era digital, este concepto de libertad enfrenta nuevos desafíos.

Etimológicamente, la palabra «libertad» proviene del latín libertas, que significa «condición del que es libre», es decir, propia de la persona que no está sometida a esclavitud y que tiene la posibilidad de tomar decisiones propias, realizando las acciones que desea sin verse determinada por una situación externa. Este concepto refleja la esencia de la autonomía humana.

Jean-Jacques Rousseau sostiene que, en su estado natural, todos los seres humanos son libres e iguales. Según él, un buen gobierno, basado en una constitución justa, debe asegurar la libertad y la igualdad entre los hombres, garantizando que todos los ciudadanos sean tratados como iguales. En su visión, el estado natural del ser humano es el de un individuo libre, guiado por la moral y la piedad, respetuoso de sus semejantes. Sin embargo, la sociedad corrompe al ser humano, lo que da lugar a la necesidad de un pacto que corrija sus instintos, lo que Rousseau conceptualiza como el contrato social.

El contrato social implica que, aunque el ser humano nace libre, en la sociedad se encuentra encadenado. Solo mediante un acuerdo colectivo puede vivir en libertad. Al formar parte de la comunidad, el individuo cede parte de su libertad natural a cambio de una libertad civil, que le garantiza seguridad y el derecho a poseer propiedad. En este proceso, el ser humano pierde su libertad natural, es decir, el derecho ilimitado de actuar según su propio deseo, pero a cambio obtiene la libertad civil, que está circunscrita por la voluntad general y por los derechos que la comunidad posee sobre los bienes.

En el pensamiento de Rousseau, la libertad civil está vinculada a la voluntad general. Esta voluntad, cuando es respetada, garantiza que el individuo pueda ejercer su libertad de forma consciente y responsable. El pacto social obliga a reconocer las leyes derivadas de la voluntad general, incluso aquellas que nos castigan, porque al someter nuestra voluntad individual a esta voluntad colectiva, nos mantenemos libres y protegidos. Así, la decisión de actuar según la voluntad general asegura nuestra conservación y bienestar, y un gobierno legítimo es aquel que vela por el bien común y el bienestar colectivo.

Este concepto de libertad, que inspiró a pensadores como Maximilien Robespierre, fue fundamental en la Revolución Francesa, donde se proclamaron los principios de libertad, igualdad y fraternidad. La democracia, el sufragio universal y la lucha contra la opresión de las clases trabajadoras y desfavorecidas fueron los pilares de este movimiento, impulsado por la visión de Rousseau.

En el contexto moderno, la idea de libertad enfrenta nuevos desafíos. James William filosofo nos dice que la tecnología en la era de la información, está mermando profundamente nuestra manera de pensar y actuar. Si bien la tecnología tiene el potencial de expandir nuestras capacidades, también puede convertirse en una herramienta que mina nuestra atención y nuestra libertad. Aldous Huxley, en su novela Un mundo feliz, anticipó este futuro, donde la sociedad se ve inmersa en una insaciable sed de distracciones que, en lugar de satisfacer nuestras necesidades reales, crea nuevas necesidades artificiales. Esta constante distracción desvía nuestra atención y, a su vez, limita nuestra capacidad de reflexión y autocontrol, elementos esenciales para el ejercicio de la voluntad.

La tecnología, a través de la manipulación de nuestros sesgos cognitivos y el diseño persuasivo de plataformas como las redes sociales, crea un sistema que prioriza el consumo inmediato y la gratificación a corto plazo. En este contexto, las personas a menudo toman decisiones impulsivas basadas en la emoción, no en la razón. Este proceso, que se ve reforzado por la recompensa variable —un principio que introduce elementos aleatorios de gratificación en nuestras interacciones— fomenta la creación de hábitos que nos mantienen enganchados y nos despojan de nuestra libertad de elegir conscientemente.

La distracción generada por estas plataformas no solo afecta nuestra capacidad de atención en el corto plazo, sino que tiene efectos más profundos en nuestra capacidad de ejercer libertad. La voluntad, base de nuestra autonomía, está estrechamente vinculada a nuestra capacidad para dirigir nuestra atención. Sin atención plena, no podemos ejercer nuestra voluntad ni tomar decisiones reflexivas y conscientes. Por ello, la falta de atención, resultado del exceso de información, está directamente relacionada con la pérdida de control sobre nuestras vidas, tanto a nivel individual como colectivo.

La relación entre atención, voluntad y libertad es fundamental. Si perdemos nuestra capacidad de dirigir nuestra atención hacia lo que realmente importa, también perdemos nuestra capacidad para actuar de acuerdo con nuestra verdadera voluntad. La voluntad del pueblo, en términos políticos, es la base de la autoridad pública y la democracia. Así, la economía de la atención digital puede representar una amenaza indirecta para la democracia, ya que mina nuestra capacidad para tomar decisiones informadas y reflexivas.

Desde una perspectiva filosófica, la atención puede dividirse en tres tipos: luz focal, luz astral y luz diurna. La luz focal se refiere a las facultades inmediatas que utilizamos para orientar nuestra conciencia hacia una tarea específica. La luz astral hace referencia a nuestra capacidad para navegar por la vida guiados por nuestros valores y metas a largo plazo. Finalmente, la luz diurna está vinculada a la reflexión profunda, la lógica y la capacidad para tomar decisiones a largo plazo. Cuando estas «luces» se ven debilitadas por la distracción, nuestra capacidad para tomar decisiones racionales y vivir conforme a nuestros valores se ve comprometida.

La distracción digital no solo afecta nuestra capacidad para hacer, sino también para ser. El exceso de información y la gratificación instantánea dificultan el establecimiento de objetivos a largo plazo, los cuales son esenciales para el ejercicio de la democracia y la autonomía personal. La satisfacción inmediata promovida por redes sociales, por ejemplo, sustituye el esfuerzo y la reflexión necesarios para alcanzar metas más significativas. En este sentido, la tecnología puede desvirtuar nuestra identidad y nuestros valores, guiándonos hacia metas superficiales y a corto plazo, alejándonos de nuestras verdaderas aspiraciones.

Esto también afecta la capacidad de los individuos para reflexionar sobre sí mismos y su entorno. La tecnología, al promover un consumo constante de información, interrumpe los momentos de introspección necesarios para tomar decisiones conscientes y bien fundamentadas. La reflexión, esencial para la toma de decisiones éticas y responsables, se ve mermada por la constante demanda de atención impuesta por las plataformas digitales.

Metafóricamente, el Arcano del Sol en el tarot simboliza la claridad, la verdad y la libertad. Este Arcano nos invita a conectarnos con nuestra parte más auténtica y espontánea, representando la libertad infantil y la capacidad de tomar decisiones con una mente libre de condicionamientos. Sin embargo, también nos recuerda que esta libertad debe ser ejercida con responsabilidad. Al igual que el Sol disipa las sombras y las dudas, la libertad debe ser guiada por una conciencia clara, propia de lo que el análisis transaccional define como un adulto bien informado. Este adulto, centrado en el presente, nos permite tomar decisiones éticas y constructivas, ejerciendo la libertad de nuestro niño interno espontáneo y creativo.

En este sentido, el Sol nos muestra que, para ser verdaderamente libres, debemos ser conscientes de las repercusiones de nuestras acciones en el mundo y en los demás. La libertad, como bien lo entendía Rousseau, no es solo la capacidad de hacer lo que queramos, sino la capacidad de actuar de acuerdo con el bien común y la ética social. Así, podemos encontrar una verdadera libertad dentro de los límites de la naturaleza y la moralidad.

Es importante reconocer que, aunque la libertad es esencial para el desarrollo humano, el uso irresponsable de la tecnología y la sobreexplotación de los recursos naturales pueden conducirnos a la autodestrucción, como señala la teoría del gran filtro. Esta teoría aborda el obstáculo que impide que las civilizaciones tecnológicamente avanzadas sobrevivan a largo plazo. La autodestrucción, alimentada por avances científicos mal gestionados, podría ser la razón por la cual no hemos detectado señales de civilizaciones avanzadas en el universo. Este concepto nos recuerda que el ejercicio de la libertad debe estar alineado con la responsabilidad y el respeto por los límites de la naturaleza.

En resumen, la libertad personal y colectiva es un proceso que requiere autocontrol, reflexión y, en el contexto actual, una regulación consciente del impacto de la tecnología. La distracción digital y la manipulación de la atención amenazan nuestra capacidad de vivir una vida plena y autónoma. Por lo tanto, es fundamental cultivar una atención plena, que permita dirigir nuestra voluntad de manera informada y responsable hacia el bienestar común y la sostenibilidad de nuestras sociedades. Para ello, es esencial adoptar hábitos saludables, como disfrutar de momentos de ocio basados en la filosofía del mindfulness, también conocida como estado de contemplación plena, que consiste en concentrarse en lo que se hace mientras se siente cada parte del cuerpo. También es importante desarrollar una vida con propósito, lo que implica tener metas altruistas que contribuyan al bien común. Al entender que nuestras metas benefician a los demás, es más probable recibir apoyo, lo que facilita que esas metas florezcan. Además, dado que somos seres sociales, es fundamental contar con un grupo de pertenencia significativo, una red de apoyo sólida que fomente el amor cara a cara, y aunque no se vea a las personas todas las semanas, se trate de conexiones de calidad donde se evite lo más posible el uso del teléfono móvil como elemento de interrupción.

De Carolil

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