El Profesor: Constructor de Puentes hacia la Transformación

El rol del profesor trasciende la simple transmisión de conocimientos; su misión es facilitar un aprendizaje profundo que conecte nuestro mundo interior con la realidad que nos rodea. Este proceso no solo transforma al individuo, sino que posee el poder de transformar a la sociedad misma. En este sentido, el profesor se convierte en un agente de cambio, no solo compartiendo datos y hechos, sino también valores éticos y morales, esenciales para que el conocimiento se transmita de manera responsable. La capacidad del docente para mantener un autocontrol y una disciplina interior durante el proceso de enseñanza es, precisamente, uno de los pilares de su labor educativa.


En este Día del Profesor, es fundamental reconocer a aquellos que, como lo señala Paulo Freire, no solo nos enseñan, sino que nos invitan a tomar conciencia de nosotros mismos dentro del contexto sociocultural en el que vivimos. Nos despiertan a una conciencia crítica, impulsándonos a participar activamente en la transformación de nuestra realidad, siempre con un enfoque en el bienestar colectivo y la equidad social.


Es importante recordar que, al igual que los filósofos griegos, el verdadero desafío del profesor es ayudar a los estudiantes a descubrir su propio conocimiento interno. Este descubrimiento se facilita a través de un diálogo reflexivo, que promueve la autoexploración y el pensamiento independiente, permitiendo que cada estudiante encuentre su propia voz y perspectiva.


En este sentido, el profesor no es solo un transmisor de información, sino un facilitador del empoderamiento. Cada estudiante posee en su interior el germen del cambio, y el docente tiene la capacidad de hacer que este potencial florezca. Así, el aprendizaje se convierte en un proceso de autodescubrimiento que abre nuevas puertas hacia el entendimiento personal y colectivo.


En la simbología del tarot, el Sumo Sacerdote representa la sabiduría profunda, aquel que comparte su saber con el discípulo para que este lo haga propio. De manera similar, el profesor actúa como un guía que extrae y revela el conocimiento latente en el estudiante, ayudándole a hacerlo consciente, a elaborarlo, perfeccionarlo y, finalmente, a compartirlo con la comunidad. De este modo, el estudiante pasa de una identidad individual a una colectiva, adoptando normas sociales que favorecen su integración armónica dentro del tejido social.


El profesor, entonces, se convierte en un constructor de puentes, al igual que el pontífice que facilita la transición de la infancia a la vida adulta, y del núcleo familiar al mundo sociocultural. A través del aprendizaje, el estudiante se integra al núcleo social y, a su vez, se convierte en maestro para otros, en un ciclo continuo de enseñanza y aprendizaje. Este proceso no solo transforma al estudiante, sino también al propio profesor, ya que, como en todo proceso educativo, ambos aprenden mutuamente.
El docente es, por tanto, activo y pasivo a la vez: enseña, pero también aprende; guía, pero también se deja tocar por sus estudiantes. En este intercambio constante, el profesor no solo ayuda a formar la identidad del estudiante, sino que también es tocado y transformado por él, contribuyendo a la creación de una identidad colectiva en constante evolución.


En este Día del Profesor, al reflexionar sobre la importancia de la enseñanza en el desarrollo personal, me viene a la mente la historia de Emil Sinclair, el joven protagonista de Demian de Hermann Hesse. Sinclair, un adolescente influenciado por su compañero Max Demian, inicia un viaje de autodescubrimiento que lo lleva a cuestionar las convenciones sociales y las normas impuestas por su entorno. A lo largo de la novela, como es característico en las obras de Hesse, Sinclair lucha por liberarse de las expectativas externas y encontrar su verdadera identidad.
Demian, en esta historia, representa más que un simple amigo; es un mentor que

desafía a Sinclair a ver el mundo con otros ojos. A través de un diálogo transformador, Demian le enseña a cuestionar las «verdades» que la sociedad le ha impuesto y a buscar la verdad interior. A través de este proceso de reflexión interna, Sinclair comienza a construir su propio camino, aunque ello implique el rechazo de los demás. Este rechazo, lejos de ser un obstáculo, le ofrece una gratificación profunda: al conectar con su ser interior, experimenta una sensación de que el mundo late con más intensidad. Las relaciones que surgen de este despertar son más auténticas y enriquecedoras.


Este viaje de Sinclair refleja lo que nos enseña el pedagogo Paulo Freire y el simbolismo del Arcano V del Tarot, el Sumo Sacerdote, quienes nos invitan a cuestionar las realidades aprendidas. Estas «verdades», que muchas veces creemos que nos benefician, pueden estar limitando nuestro potencial. La verdadera enseñanza, tanto en la literatura como en la pedagogía, consiste en despertar nuestra conciencia crítica, en ver más allá de lo establecido y en cuestionar los sistemas que nos rodean.


El profesor, al igual que Demian en la novela, tiene la capacidad de desafiar a sus estudiantes a mirar el mundo de una manera diferente. No se trata solo de transmitir conocimientos, sino de ayudar a los estudiantes a despertar su conciencia y reconocer su verdad interior. Este proceso de autodescubrimiento es esencial para encontrar una identidad propia, construida desde el interior y no impuesta desde el exterior. El verdadero propósito del docente es facilitar este despertar, empoderando a sus estudiantes para que puedan construir su propio camino, basado en sus valores y en su vocación más profunda.


A través de este proceso de diálogo constante y profundo, tanto el docente como el estudiante se convierten en actores activos en el aprendizaje. La enseñanza no es un acto unilateral, sino un proceso mutuo de transformación. El profesor, al igual que el estudiante, debe estar en constante aprendizaje, pues el verdadero conocimiento es aquel que nos lleva a reflexionar sobre nuestras propias creencias, a reformular nuestras ideas y, lo más importante, a actuar para transformar la realidad. En este sentido, el aprendizaje se convierte en un motor de cambio social, donde cada individuo, armado con una conciencia crítica, contribuye al bienestar colectivo.


Este Día del Profesor es, entonces, un recordatorio de que la enseñanza no solo se trata de transmitir conocimientos, sino de despertar a los demás a la verdad que llevan dentro de sí mismos. Como nos enseñan Hesse y Freire, el verdadero maestro es aquel que sabe que su tarea es acompañar a otros en su viaje de autodescubrimiento, ayudándoles a encontrar su propio camino hacia una vida más auténtica y liberada.

De Carolil

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