Arcano Seis: Decisiones y Celos en el Camino del Amor

Se dice que, para tener una vida satisfactoria, es necesario tomar el mando de nuestra vida, lo que implica tomar decisiones lo más informadas posibles. Por lo tanto, debemos ser como un capitán que moviliza su timón, cuya trayectoria está respaldada por un mapa que lo guía hacia el destino que desea. Es decir, tiene un sueño u objetivo a lograr, lo que llamará destino. Si entendemos que los mapas no son el territorio, sino más bien un referente, comprenderemos que cada uno de nuestros viajes está inundado de incertidumbre, de situaciones y eventos que escapan de nuestras manos, y, por lo tanto, de aventura.

Si llevamos nuestras elecciones al terreno del tarot terapéutico, nos encontraremos con el arcano seis, llamado «La Decisión» o, tradicionalmente, «Los Enamorados», el cual muestra a un hombre que debe elegir entre dos mujeres que se presentan como opuestas o polares. Esto sugiere que las opciones que tomamos pueden estar influenciadas tanto por la pasión de un deseo ferviente, que, bebiendo de la copa de Dionisio, se deja envolver por el placer egoísta que lo lleva a saciarse de la inmediatez y fragilidad de la carne, de una personalidad mundana; como, por el contrario, podemos domesticar nuestros instintos básicos y, respaldados por un grado de templanza, apaciguar poco a poco las emociones para, desde una mente ecuánime y consciente, germinar la semilla de lo trascendente que hay en nosotros y, con esto, elegir un buen compañero de viaje. Así, nos saciaremos con otro desde lo apolíneo, superando las apariencias transitorias de la materia y abriendo los ojos del espíritu. Despertaremos en conjunto los valores de nuestra individualidad, lo que nos permitirá liberarnos del pensamiento del rebaño por uno que despierte nuestros propósitos más esenciales. Es importante mencionar que no reflexionar en las consecuencias de nuestras elecciones, especialmente en el terreno de pareja, es decir, dejarnos llevar por lo que nos dicten nuestros instintos o, también llamada, atracción sexual, nos significaría enajenarnos en los vicios de la sinrazón, abandonar la voluntad de pensar por nosotros mismos y encaminarnos a nuestra propia destrucción y, como una flor ausente de sol y agua, poco a poco comenzaremos a marchitarnos. Como se dice, una relación tóxica es más nociva que la ausencia de toda relación.

A nivel general, lo que plantea esta carta es simbolizada por un momento en nuestra existencia que, desde un pensamiento juvenil, con ausencia o poca experiencia debemos elegir un camino, que inundado de peligros, nos invita a desarrollar nuestra fortaleza interna y un dominio de nuestra personalidad para superar las tentaciones que emergen y que nos pueden alejar del elixir de la realidad espiritual. Por lo tanto, de tu personalidad debe emerger una motivación intrínseca, abocada hacia un amor más universal, que lo salve del servilismo y/o de la idolatría de un ego exaltado por la posible adquisiciones de placeres terrenales, de títulos y/o tesoros efímeros.

Si lo concretizamos al ámbito de pareja, decidir surge desde el eros lo que significa el encuentro y aceptación de la alteridad de un otro. Asumiendo que siendo humanos tenemos una personalidad, que esta sujeta a una gama de emociones que no se deben clasificar como malas ni buenas, sino más bien como gratas o desagradables, es natural que en nuestras relaciones emerjan de vez en cuando emociones conflictivas, que debemos aprender a abordarlas y gestionarlas, dado que reprimirlas o negarlas sería como poseer en nuestro pecho una dinamita que se activará cuando nuestro corazón perciba un suceso inesperado que considere una amenaza, dicho de otro modo ante un conflicto se activara un mecanismo de defensa de antaño que terminara dañando la relación y confirmando nuestras heridas infantiles, como la del abandono, humillación, rechazo, entre otras.

Es en esta última posición me parece importante abordar una de las emociones más recurrentes que emergen al desarrollar un vínculo: los celos. Etimológicamente, la palabra «celos» ha evolucionado y significa preocupación o desconfianza, así como el deseo de no perder una posición privilegiada en la vida de alguien que consideramos importante. Esta emoción se despierta cuando percibimos un posible competidor que nos podría reemplazar en una relación vincular. Que surjan de vez en cuando no tiene nada de patológico, dado que es natural sentir algún grado de inseguridad o miedo de perder algo cuando lo apreciamos. Queramos o no, vivir en el plano terrestre es sentir un grado de apego, si recordamos que nuestra especie sobrevivió gracias a las relaciones socioemocionales, es común que nos apeguemos a quienes consideremos incondicionales. Por otra parte, es natural que la forma de buscar y dar amor, este condicionada por una historia de vida que emerge desde nuestros vínculos primarios con las figuras que otorgamos autoridad en nuestra infancia, para posteriormente seguir construyéndose como un edificio, con los sucesivos encuentros con viajantes o también llamados parejas y amigos, que condicionaran nuestros estilos de apego y con esto de encuentros amorosos y momentos de ansiedad ante lo que consideraremos amenazas que evocaran perdidas y traiciones.

Por lo tanto nuestra percepción de lo que consideramos amor desde lo individual, como de lo grupal determinara tanto nuestras elecciones, como nuestra forma de relacionarnos y ver el mundo.

Es trascendental que no hagamos oídos sordos a los celos cuando estos emergen, entendiendo que se vuelven tóxicos cuando involucran un deseo ferviente de objetualizar al otro, de poseerlo, lo que implica aniquilar lo que lo hace un individuo único y transgrediendo todos sus límites, buscar fusionarse con él y en este proceso destruirlo, pues como bien sabemos no somos un producto consumible, tenemos un relativo libre albedrio y una cierta sutileza que como un viento mañanero se presenta cuando hay un grado saludable de libertad. Los celos en un ámbito saludable, pueden ser un elemento de desarrollo personal que, al reconocerlos como la manifestación de nuestra propia vulnerabilidades y temores muchas veces irracionales, nos ayudara el abordarlos de manera individual como con nuestra pareja seguir desarrollándonos, en este proceso evolutivo fortalecemos el vínculo con aquel que apreciamos, como con nosotros mismos, aumentando nuestra confianza y autoestima.

Por lo tanto, desde la perspectiva de los celos, la decisión que involucra este arcano significa el tercer vértice, dicho de otro modo no elegir ni la mujer austera, ni la glamorosa, si no más bien optar por un intermedio. Dicho de otro modo, no es bueno, ni la indiferencia propia de asumirnos como individuos completamente independientes y separados, lo que significaría trabajar las emociones desagradables en un silencio sepulcral, que provocara un alejamiento gradual y acumulativo en nuestra relación vincular, que finalizara por erosionarla; ni entrar en la codependencia, como una fusión con el otro, que involucra una perdida de la responsabilidad de nuestros actos, de la libertad de equivocarnos y decidir por nosotros mismos, ante la ilusión de una promesa de amor de cuentos de hadas, que puede llevarnos a un desgaste emocional extremo que erosione nuestra salud mental. El tercer vértice en cambio es abordar lo que nos provoca celos con el otro, asumiendo en este acto la responsabilidad de mis emociones, pensamientos y acciones, en la búsqueda de un acuerdo o consenso que desde la comunicación asertiva nos beneficie a ambas partes, para eso lo principal es desarrollar un espacio constante y seguro donde pueda surgir el dialogo abierto y genuino, que desde un corazón abierto y transparente permita abordar temáticas trascendentales, siendo primordial antes que todo construir confianza, lo que significara abandonar las mentiras y cumplir nuestras promesas, ser consistentes y dar espacio para el desarrollo en conjunto. En el camino también es esencial aprender a gestionar nuestras inseguridades desarrollando metas personales como con nuestra pareja que involucren desafiar nuestros pensamientos negativos y creencias añejas. Establecer límites saludables de reparación y encuentro, plantear desde la búsqueda de un bien común lo que es aceptable o no en nuestra relación en base a nuestros valores esenciales. Manejar la ansiedad y el estrés cuando surjan los celos de manera inesperada a través de técnicas de respiración rítmica y mindfulness, para evitar dejarnos llevar por emociones disfóricas que puedan arruinar la relación. Fomentar la empatía y la comprensión, lo que significa hacer de vez en cuando «role playing», para involucrándonos en la historia del otro, en su forma de vivenciar sus emociones y pensamientos, ponernos en su lugar y así, aproximarnos a la manera que ve la vida y de esta manera fortalecer el vínculo.

En síntesis, si asumimos que el arcano número seis se basa en que, para tomar dominio de la vida, debemos tomar decisiones propias cuyas consecuencias positivas o negativas dependen de cómo interpretamos dichos efectos, es que en el ámbito de las relaciones de pareja, si frente a un conflicto nos volvemos herméticos y adoptamos una actitud de crítica y enjuiciamiento de los actos que consideramos dañinos del otro, puede que la elección de esta actitud implique que la relación se transforme en un pantano, que alimentada por nuestros miedos e inseguridades, termine volviéndose tóxica, lo que llevará a una sensación permanente de vacío, insatisfacción y desazón, que finalizara con una separación. Por el contrario, si nuestros comportamientos se basan en interpretaciones constructivas, que nos invitan a trabajar en conjunto como de forma individual nuestras inseguridades, las debilidades mutaran a fortalezas, que desembocaran en un vinculo más solido y como un bálsamo alimentaran nuestra sabiduría.

Te invito a superar la dicotomía de las apariencias, donde asumimos que ser hombre y/o mujer implica esperar y/o recibir sin involucrar esfuerzos ni responsabilidades. Si deseas crear una relación amorosa saludable, debes trabajar en ella todos los días. Esto significa no asumir que la felicidad se da por azar o suerte. Tener una relación saludable es domesticar tus impulsos y tus instintos básicos, que fácilmente te llevan a la ira o a la infidelidad, entre otra gama de emociones e instintos. Es desafiar y superar creencias y prejuicios tóxicos creados desde tu más tierna infancia y relaciones emocionales pasadas, para fomentar espacios de encuentro y desarrollo seguro que, en compañía de ese hombre o mujer que deseas, permitan el insondable encuentro con el desarrollo personal y grupal. Adquiriendo poco a poco una mente cada vez más ecuánime, que en un estado de conciencia más elevado y desde un tiempo presente, tomarás decisiones más asertivas tanto de forma conjunta como individual.

Debemos recordar siempre que una pareja se compone de dos seres interdependientes, no de islas. Por lo tanto, como en un bosque, cada árbol desde sus raíces comparte nutrientes con su vecino, mientras sus copas se alzan hacia lo alto en la búsqueda de un sol brillante y generoso.

Si necesitas un guía y/o ayuda para fortalecer o fomentar una relación saludable contigo misma y/o con tu pareja, contáctate conmigo en conjunto podemos desarrollar la vida que deseas.

De Carolil

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